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VidaDelTarot
Los Orígenes Misteriosos del Tarot

Los Orígenes Misteriosos del Tarot

Las cartas místicas han existido desde la antigüedad en el Lejano Oriente. Como muchos elementos misteriosos, el Tarot ha sido objeto de diversas interpretaciones por parte de historiadores, escritores y ocultistas. Se cree que los Templarios lo introdujeron en Europa durante y después de las Cruzadas a Tierra Santa, aunque otras historias sugieren que fueron los gitanos nómadas del Lejano Oriente quienes lo trajeron a Europa durante la Edad Media.

Antoine Court de Gebelin

La teoría más aceptada sugiere que las primeras barajas de Tarot aparecieron en Europa a principios del siglo XIV. Con el paso del tiempo, diversas figuras importantes atribuyeron significados místicos al Tarot. Entre ellas destacaba el lingüista, clérigo, ocultista y francmasón francés del siglo XVIII Antoine Court de Gebelin. Su teoría sostenía que el Tarot se originó a partir de un antiguo libro egipcio o conjunto de imágenes que contenían sabiduría mística: el Libro de Thoth (dios egipcio del misterio y la magia).

Antoine Court de Gebelin

Él sostenía que los magos itinerantes trajeron estas misteriosas imágenes a Europa durante la Edad Media, tras lo cual fueron ocultadas o perdidas. Esto lo motivó a diseñar su propio conjunto de cartas, que constaba de 77 cartas y un comodín (que posteriormente se convirtió en ‘El Loco’). El Arcano Mayor contenía 21 cartas y el comodín con el número cero. Cada uno de los cuatro palos del Arcano Menor constaba de 14 cartas (diez cartas numeradas y cuatro ‘cartas de la corte’). En su obra Le monde primitif, analysé et comparé avec le monde moderne, Volumen VIII, publicada en 1781, dedicó un capítulo al Tarot, incluyendo sus 78 diseños que posteriormente constituirían la base de numerosos mazos tradicionales.

Los griegos también vincularon las ilustraciones utilizadas en las cartas del Tarot con la ‘memoria’: un sistema diseñado para evocar imágenes en la mente a través de la contemplación de estos símbolos visuales.

Siglo XIX

El siglo XIX experimentó un creciente interés por lo oculto y lo esotérico. Durante este período, el Tarot se expandió rápidamente desde Europa hacia Norteamérica y otras regiones del mundo. Gradualmente, se fue revelando el verdadero potencial del Tarot. Las cartas no estaban destinadas tanto a la ‘predicción’ como a la ‘adivinación’ (posteriormente denominada ‘lectura del destino’). Durante mucho tiempo, esta práctica estuvo reservada para una élite intelectual seria que buscaba sabiduría.

La Aurora Dorada

A finales del siglo XIX, el Dr. Arthur Edward Waite, en colaboración con la artista Pamela Colman Smith, desarrolló y diseñó su propio mazo único de Tarot (posteriormente conocido como la baraja Rider-Waite). Waite era miembro de la Orden de la Aurora Dorada, una influyente organización ocultista que combinaba sistemas mágicos egipcios con textos mágicos medievales y esoterismo oriental para crear un sistema mágico funcional que también incorporaba la Cábala. Su baraja de Tarot continúa siendo una de las más populares hasta la actualidad.

Arthur Edward Waite

Aleister Crowley

A partir de 1940, el ocultista Aleister Crowley, junto con Lady Frieda Harris, creó la baraja Thoth. Inspirado por las enseñanzas de la Aurora Dorada, Crowley estableció su propia orden, denominada la Estrella de Plata. Escribió numerosas obras sobre prácticas ocultas, y los años 60 presenciaron un resurgimiento masivo de su trabajo. A diferencia de los escritos de muchos otros ocultistas, sus libros se consideraban intelectualmente rigurosos. Su obra marcó el inicio del primer enfoque psicológico del ocultismo.

Aleister Crowley

La baraja Thoth incorpora simbolismo egipcio, griego, cristiano y oriental, junto con diversos elementos de otras tradiciones esotéricas. Crowley creía que el Tarot poseía inteligencia propia, una fuerza vital, y constituía una llave para acceder al mundo arquetípico dentro del ser. El Tarot es más que una simple herramienta para la adivinación: es un viaje completo de autodescubrimiento y un símbolo misterioso y ancestral de todo lo que somos.